Siempre me pregunté si haberte encontrado en aquella barra de bar habría estado escrito en las estrellas desde mucho antes de que tú y yo fuéramos nosotros, o si simplemente fuimos meras coincidencias. Lo que está claro es que nuestras líneas chocaron y durante lo que fue tanto infinito como efímero suspiro pude creer en la magia.
Obviando el hecho de que, a decir verdad, solo fuimos un truco, una misma pregunta me persigue desde que ya no estás: ¿fuimos realmente nosotros los culpables de que nos destruyésemos? Porque echo la mirada atrás y te juro que aún puedo sentir lo mucho que nos queríamos. No sé. Igual es que llegó un punto en el que quererse no era suficiente.
¿fuimos realmente nosotros los culpables de que nos destruyésemos?
Igual es que entraste en mi vida para enseñarme que sí que existe el amor y una vez que lo hicieras tendrías que irte… y es que según pasan las noches creo con más firmeza que nuestras vidas están regidas por un destino concreto, y que da igual los pasos que des, estos te acercarán siempre a él. Porque tú y yo no podríamos ser solo una casualidad. No, fuimos demasiado puros, demasiado reales para haber sido un simple choque de paralelos…
Porque tú y yo no podríamos ser solo una casualidad
También quiero que sepas que siempre te voy a querer porque siempre habrá un tú en mi yo y un nosotros grabado a fuego en mi alma. Y hablando de almas, la mía aún llora alguna que otra noche al no sentir tus caricias, y eso que nos fuimos hace ya mil inviernos.
Y hablando de llorar, mis ojos también se mueren por hacerlo cada vez que paso por nuestro bar o cada vez que me juego malas pasadas, pensando que te veo entre miles de almas que nunca serán la tuya. Porque como nos vivimos tú y yo no voy a volver a vivir a nadie, a ninguna otra futura relación.
El otro día leí cuál es la diferencia entre el amor de tu vida y el amor para tu vida. Tú fuiste el primero, pero querer no siempre es poder. También concreto que si ya eres este primero, nunca podrás ser el segundo. Ni yo el tuyo. Y creo que el tampoco poder serlo yo es lo que más me está rompiendo por dentro.
El otro día leí cuál es la diferencia entre el amor de tu vida y el amor para tu vida
Supongo que en otra vida, o incluso tal vez en esta misma, solo que en otro momento en el que el invierno no hubiese arrasado con todo, hubiéramos sido muy grandes, muy infinitos, porque las ganas de comernos el mundo y la boca nos sobraban por todas partes.
Hubiéramos sido muy grandes, muy infinitos, porque las ganas de comernos el mundo y la boca nos sobraban por todas partes
Aún a pesar de todo, volvería a retar al destino una y mil vidas más. Porque quererte me llevó tan lejos que toqué hasta la luna. Y eso ya no se me puede quitar.
- 6 palabras para ponerle nombre a los sentimientos
- No te preocupes hay muchos peces en el mar
- Ponerte a ti primero no es egoista, es necesario
- O tomas riesgos, o nada
Si quieres enterarte de nuevas publicaciones, échale un ojo a nuestro Instagram. Publicamos diariamente
Aún recuerdo la primera vez que te vi, probablemente tú ni siquiera sabías que yo existía, pero recuerdo cuando te vi sentado en las gradas del campo de fútbol y escuché tu risa, esa risa que desde un primer momento me pareció preciosa.
Pasaba el tiempo y te veía por los pasillos, de nuevo tú no sabías que te miraba de vez en cuando y mucho menos sabías que me llamabas la atención, recuerdo que hasta le dije a que una amiga que había un chico en el instituto que me parecía mono. Más tarde conocí a una chica que me hizo sentir cosas nuevas y mis miradas pasaron a ser para ella hasta que un día cualquiera, sin yo esperarlo aquel chico mono se acercó y me tocó el pelo, pensé: que raro ¿por qué me ha toca el pelo si apenas me conoce? Pero en ese instante supe que te tenía que conocer.
Pero en ese instante supe que te tenía que conocer
Llegó el día de las fiestas de primavera y bendito el destino que movió sus hilos e hizo que a raíz de una historia de WhatsApp que no comenzó, tú y yo nos conocimos y tras un día de playa en abril nos vimos, por primera vez, como algo más o al menos eso fue para mí. Lo que pasó durante ese mes que estuvimos hablando prefiero olvidarlo porque mientras yo me hacía ilusiones tú… En fin ya sabes.
Pasó el tiempo y nos dimos nuestro primer beso, no sé si sentí mariposas o un jodido tornado, pero fuese lo que fuese sentí miedo. Miedo por todo lo que venía, el estar con alguien suponía dejar que me conociese, conociese mis miedos, mis dudas, mi pasado, mis miles de inseguridades…
Llego el verano y te fuiste, no me dio tiempo a casi nada, y el tenerte lejos incrementó las dudas de si merecía la pena dejar que alguien me conociese así; por lo que tome una decisión horrible que me perjudicó más de lo que esperaba. Rompí contigo el dos de septiembre, quise cortar el contacto aunque sabía que era imposible; lo pasé fatal esos días, tenía la necesidad de estar contigo, a todas horas quería hablarte…
El tiempo siguió corriendo y no sé bien qué día nuestros labios se volvieron a juntar un día de octubre y noviembre vino cargado de guerra cuando recibí aquel mensaje tuyo de o todo o nada.
Sin embargo, no eran dudas era vértigo, vértigo porque nunca me habían querido así
Elegí todo con miles de dudas aún en mi cabeza. Sin embargo, no eran dudas era vértigo, vértigo porque nunca me habían querido así, vértigo porque yo no sabía que podía amar tanto a otra persona y me agobié hasta que en ese viaje en invierno vi tu ojos con lágrimas y del dolor que sentí al verte así, del dolor que sentí al pensar en lo que estaba a punto de perder, literalmente, me mareé. Me di cuenta de que te quería al estar prácticamente desmayada y lo único que quería era que tú cogieras mi mano.
Aunque las peores cicatrices no se ven a simple vista
Tras volver del viaje hemos pasado lo mejor y lo peor, lo mejor porque contigo todo fue bien pero comenzó una etapa de estrés y de sentirme sola, de ver que si no era contigo yo no era nada, por suerte poco a poco estoy superando esa etapa y los nudillos están cicatrizando, aunque las peores cicatrices no se ven a simple vista.
Ahora… Ahora estoy superando otro bache que se nos ha puesto en el camino tras un año de idas y venidas, un año en el que me he dado cuenta de que conoces mis sueños casi tan bien como yo. Me hiciste el mejor regalo del mundo, tanto por regalarme mi preciada rosa azul como por enmarcarme en una prenda de ropa mi lema de vida y me has regalado lo que siempre me ha salvado cuando estaba mal: los libros.
Ahora nos espera otra temida prueba: el verano.
Solo te pido que te acuerdes de mí que te acuerdes de esta historia y que siempre hay un septiembre prudente que barre todas las locuras del loco verano, que aún nos que mucha historia, aún nos quedan muchos inviernos en la playa.
Escrito por:
Irena Garay
Otros escritos
La gente piensa que tengo un problema con la ruleta, que no puedo parar de ir a pesar de que mi mala suerte siempre me hace perder mucho dinero. Yo les digo que puede que sea verdad, que el juego se me ha instalado en la cabeza y siento un impulso irracional de ir, aunque solo sea para perder. Admito que es perjudicial, y que cuando pierdo (que es la mayoría de las veces) me quedo destrozada.
Lo que no saben ellos, que tú eres igual de adictiva, pero mucho más perjudicial, a este punto diría que mi ludopatía hacia ti es enfermiza. Hay grandes diferencias, ya que no puedo ir cuando quiero a por ti, pero es peor, porque puedo reproducirte siempre en mi mente e imaginarme miles de jugadas donde somos felices. Te cuelas en mis sueños y pesadillas cada noche, y no hay una sola canción que escuche sin pensar en ti, ¿lo ves? Si les dijera eso, el juego no les parecería tan mal.
Pero en el momento que pasas por mi lado, me siento viva, quizás por primera vez en todo el día
Pienso en ti desde la primera hora de la mañana, pero la peor es la última, donde a veces no basta solo un pensamiento, sino que he de exteriorizarlo mediante lágrimas, que aunque pasen los meses me siguen sabiendo igual de mal. Mi vida actualmente carece de sentido y todo lo que hago es con la motivación de olvidarte de una puta vez, por tanto, te estoy dando demasiada importancia. Los días de instituto son mucho mejor desde que no voy a la cafetería donde estás. Creo que sonrío muchas más veces, aunque cuando te encuentro por casualidad me esfuerzo mucho en no sentir absolutamente nada, pero en el momento que pasas por mi lado, me siento viva, quizás por primera vez en todo el día.
Eres perjudicial, nociva y me vas a arruinar, exactamente igual que la ruleta, pero contigo la sensación de enganche es mucho peor, y la abstinencia se hace insoportable. Para nada te he superado, pero es profundamente doloroso ver como todo el mundo cree que sí, aunque ya me he habituado vivir en el dolor y a veces hasta es atractivo, como en los sueños que tú apareces y me dejas todo el día vuelta loca.
Odio decir esto, pero hasta deseo estar mal, que me pase algo muy malo para que sientas pena, que siempre será mejor que la indiferencia, pero luego veo a toda la gente que me quiere y sería injusto para ellos que por una zorra como tú, sufran por mi locura. No sé si borrar toda esta basura, pero al menos necesitaba decirla, para que quedase constancia como narices te has metido en mi organismo y me has hecho polvo, así que que dejen de decir que el juego es malo, tú eres mil veces peor.
Escrito por:
Sara Díaz García
Tenías todo de mí y decidiste hacerlo trizas. Después de tanto tiempo me siento y pienso, medito sobre tu partida. Quizá todo fue cosa del destino, ponerte en el camino y sacarte de un plumazo. La única explicación que me diste fue que separarnos era lo mejor para mí, y, en cierto modo, también para ti. Decías que necesitábamos un tiempo y yo, agarrándome a eso como a un clavo ardiendo, te creí.
Ahora que ya ha pasado mucho tiempo, tengo dudas, cientos de preguntas que se me enquistan en el pecho y no me dejan respirar. ¿Por qué necesitábamos un tiempo?
Al final, lo entendí.
No de la manera que esperaba.
No comprendí tus motivos.
Descubrí que, cuando amas no hacen falta tiempos, cuando los necesitas es porque dudas y si dudas, no es amor.
Tan simple y claro.
No necesitábamos un tiempo, necesitabas una excusa. Necesitabas huir. Era la primera vez que querías a alguien más que a ti mismo y eso, cariño, te acojonó.
Hoy me siento y lo veo mucho más sencillo, te amo, pero ya no te quiero conmigo.
Quizá vengas un día de estos y me digas que lo ves nítido, que esa miopía emocional ha desaparecido. Puede que te acerques un día de lluvia en el portal de algún amigo en común, que nos encontremos por la calle y te duela tanto que nos saludemos como desconocidos que no podrás evitar sentirlo. ¿Entiendes? En algún momento vas a sentirlo, aunque te de miedo, aunque no quieras. Te chocarás con mi ausencia y te perforará tanto que sentirás que la vida se te escapa entre los dedos.
Te chocarás con mi ausencia y te perforará tanto que sentirás que la vida se te escapa entre los dedos
Vendrás a mí y te diré que me alegro muchísimo, que lo que teníamos era precioso y que ojalá algún día consigas encontrar a alguien que te quiera la mitad que yo. Que yo ya he sentido esa ausencia, que yo nunca me negué a amarte.
Es una pena. Porque tú sabes que jamás te amarán así, de manera incondicional.
Y es cierto, de verdad que solo quiero que seas feliz, que seamos amigos íntimos sin intimidad. Que nos lo contemos todo y, en realidad, nos guardemos algunas cosas. Esos pequeños secretos que te da miedo decir en voz alta, como las noches que te dormirás entre lágrimas, sintiendo el hueco vacío al otro lado del colchón.
Que seamos amigos íntimos sin intimidad
Puede que tuviéramos que amarnos para que yo me conociera a mí misma, para que tú aprendieras otra faceta de la vida. Puede que ese tiempo, aunque no fuera necesario, sirviese para algo. Tal vez todo haya sido un proceso de aprendizaje, ensayo y error con el corazón sobre la mesa. Quizá cupido se equivocó y trató de arreglarlo en el último momento.
pero,
sea lo que sea, no volverá a ser.
Eso te lo juro.
Escrito por:
Debbie Fawkes
Un metro. Un metro de distancia entre tu cuerpo y el mío, entre tus ojos y los míos, un metro entre tu boca y la mía, un metro de palabras no dichas. Un metro de decisiones sin tomar, un metro de sueños aparcados que sin ti sé que no me atreveré a realizar. Un metro en que la atracción me ahoga, tú imán de carga positiva empuja insistentemente mi carga negativa y me hace no querer alejarme de ti… Un metro, una mirada, un momento en el que se podría decir de todo pero no sale nada; solo silencio.
Un metro, una mirada, un momento en el que se podría decir de todo pero no sale nada
No sé qué más hacer para no perderte, he intentado todo por mantenerte a mi lado, he renunciado a mi voz por ti. He dejado apartado todo aquello que me iluminaba los ojos solo para que los tuyos brillen, he librado mil batallas de silencios sin ganador, dejando siempre una tregua inminente.
He librado mil batallas de silencios sin ganador, dejando siempre una tregua inminente
Le diste sentido, por un tiempo, a aquello que algunos llaman amor. Me hiciste temblar con apenas un roce, me despertaste junto con las mariposas las ganas de comerme el mundo y después a ti.
Pero no puedo, no estoy preparada, no estoy preparada para todas las miradas que nos esperan, no estoy preparada para cada cuchicheo, no estoy preparada para la falsa aceptación. Y aunque sé que a ti lo que más feliz te haría es que gritara a los cuatro vientos lo mucho que te amo no puedo.
Y aunque sé que a ti lo que más feliz te haría es que gritara a los cuatro vientos lo mucho que te amo no puedo
Eres la mujer más bella y fascinante que he conocido y que, seguramente, conoceré. Tus labios son las excusa perfecta y tu cuerpo el mayor pecado y yo cuan loca y asustada en vez de besarte y confirmarte mi amor; me aparto lentamente de ti, convirtiendo un metro en kilómetros.
Escrito por:
Irena Garay
Abrí la ventana y observé por primera vez. La había mantenido cerrada varios años; en realidad, no recuerdo la última vez que la había abierto.
Estudié el paisaje que se exponía ante mí: el cielo desierto se abría paso hasta los confines del mundo perfilado y, a su vez, del suelo estrellado, asomaba un mar de astas de primavera. Rápidamente, salté al exterior y me adentré en el tortuoso bosque.
Los primeros árboles que se me presentaron eran de delgada constitución, sin mucho que contar y separados por pocos metros de distancia.
A medida que avanzaba, la naturaleza crecía a mi paso cada vez más frondosa y densa. Llegó un punto en el que un muro de plantas de grosor incalculable me dificultaba el paso, haciendo mis movimientos más torpes. La meticulosidad con la que se movía, casi imperceptible, me susurraba sus caminos.
Los árboles se ensanchaban a cada paso hacia el norte dándoles un aspecto majestuoso.
Me detuve por primera vez, frente a un arbusto hacia la mitad de mi camino.
Estaba acompañado por plantas que no supe reconocer y envuelto en el sosiego de la noche. Instantes después de detenerme, me habló
Sin conocerme más que de verme por los alrededores de su bosque, me mostró la historia de sus cicatrices. Por las arrugas que lucía, y el añoro plasmado en su voz con la que me contaba sus hazañas, supe que era de avanzada edad.
Yo escuchaba con atención todo lo que aquél anciano me decía, asintiendo y sonriendo en los momentos adecuados, sabiendo que poco a poco se nos acababa el tiempo. Cada palabra que me regalaba, le robaba más el aliento, haciendo que se consumiera cada vez más, como si de un cigarrillo entre los labios de Hades se tratase.
Finalmente, volvió a reinar el silencio, dando por finalizado el relato y a mi viejo amigo por muerto. Tan solo habíamos estado hablando unos minutos, sin embargo, la energía juvenil que mostraba en su historia
Me hizo alegrarme por él y su vivaracha vida en vez de entristecerme por su reciente fallecimiento.
A partir de ese momento, volví a detenerme en varias ocasiones para escuchar lo que aquél bosque tenía que expresarme, aprendiendo de la sabiduría y de la vejez de sus ramas que me acogían con afecto.
Varias batallas luchadas después, el horizonte se iba aproximando. Tan sólo me quedaban tres hileras más para concluir mi aventura y llegar dónde ya sabía de antemano que era mí final. Sonriente, escuché a los pocos que quedaban.
Mi existencia finalizó junto a la de aquel bosque, en el punto exacto donde el azul del cielo, ya bañado por el sol, tocaba el verde de la hierba. Miles de árboles murieron aquella noche, no obstante, mi alma se retiró de aquel mundo felizmente, sabiendo que me llevaba conmigo siglos de conocimiento y más cariño del que nunca había obtenido.
por:
Blanca de Villa
Me quedé dormida con tu abrigo esperando a que volvieses.
Desde entonces me niego a usar otro pijama.
El portazo fue tan grande que rompió en pedazos lo que tengo yo adentro
y no dejaste despedida. No sé si sabes que eso es de mala educación.
Eres un egoísta porque te has llevado la primavera. Y como última declaración de amor te diré que no me mereces.
Entérate. No te mereces ni los corazones que ahora dibujo en los márgenes ni las frases de Escandar que a ti me recuerdan.
Me das asco.
Y rabia, mucha.
Por haber permitido que lentamente me enamore de ti. Por haber jugado conmigo como una niña que juega con una muñeca incansablemente hasta que le regalan otra. Y que entonces queda abandonada.
Olvidada de la manera más triste en la estantería y obligada a mirar cómo juegan igual que lo hicieron contigo. Y con la misma sonrisa de felicidad. Pero sin ser ella yo.
Nunca más yo.
También por haber dado el mínimo siempre y que yo tan al máximo apreciaba, haciéndome creer que simplemente eras así. Por haberme convertido en abogada y defensora de tu nombre. Por haberme hecho ludópata en tu juego y haber apostado todo a ti. Y haber perdido.
Has cogido todas y cada una de mis ilusiones y las has puesto tu nombre. Me has ido enganchando a ti como el veneno al que son adictos todos los fumadores. Y ni con terapia alternativa soy capaz de dejarte. Ni a ti ni a tu sonrisa endiablada y tu voz con espinas.
Te odio. Te odio. Te odio.
Te odio muy fuerte y demasiado.
Pero nunca olvides:
Si algún día la nostalgia te viene grande, si algún día me vuelves a pensar,
puedo ser tu viaje de vuelta a casa…
Escrito por:
Sara de La Fuente
En una época en la que las redes sociales inundan nuestras vidas y la realidad se disfraza de perfección, muchas cosas se nos pasan por alto. Nuestras prioridades se limitan a compartir el momento de la forma más original posible para conseguir likes, pero ¿y si en lugar de buscar la “publicación perfecta”, disfrutásemos del momento que estamos viviendo?
¿Y si en lugar de buscar la “publicación perfecta”, disfrutásemos del momento que estamos viviendo?
Una vez leí que las mejores historias se forman de momentos que se sienten, pero no se muestran a primera vista, y es cierto. Porque el instante perfecto no hay que crearlo, sino tener la capacidad de verlo y apreciarlo. De sentirlo. Al fin y al cabo, dentro de unos años no nos vamos a acordar de la foto que llegó a mil likes, o el tweet que se posicionó como número uno en tendencias, sino del momento, y de aquellos con quienes lo viviste.
El instante perfecto no hay que crearlo, sino tener la capacidad de verlo y apreciarlo
No malgastes la semana esperando a que llegue el viernes, esperando a terminar los exámenes, o salir del trabajo. Exprime cada ocasión hasta encontrar lo positivo de ella y así, poder acostarte cada día feliz con lo que has hecho. No te permitas arrepentirte por haber perdido un día. Porque las cosas buenas no llegan solas, tú eres el único responsable de hacerlas llegar. Tú eres el único responsable de tu felicidad, y el único que puede conseguirla.
Porque las cosas buenas no llegan solas, tú eres el único responsable de hacerlas llegar
Disfruta de cada oportunidad que te dan las personas, los lugares y la vida, porque no se va a volver a repetir. Aprende a ser feliz con las pequeñas cosas, pues son las mas valiosas. Crea historias que el día de mañana puedas recordar tumbado en la cama y te hagan sonreír como cuando las estabas viviendo.
No te conformes.
Que no se te olvide crear,
Disfrutar,
Vivir, Pero sobre todo…
Que no se te olvide sentir.
Como olvido a mi ex
¿Alguna vez que te has preguntado cómo olvidar a tu ex? ¿Has leído guías en las que te explican, paso a paso, que cosas deberías hacer o dejar de hacer?
Lo que está claro es que no hay una fórmula mágica para dejar de querer, si eso es lo que estás buscando, créeme que no lo encontrarás aquí.
Cada persona es un mundo y, con ella, cada relación también. Te plantearé lo que me ha funcionado a mí y espero que te sirva también.
Deja apartadas a un lado todas esas canciones que te recuerdan a tu pareja
Deja apartadas a un lado todas esas canciones que te recuerdan a tu pareja. Son preciosas y te encantan, pero te aseguro que ahora te harán un nudo en el estómago. Te traerán miles de recuerdos que, aunque llegado el momento sonreirás al recordar, ahora te anclarán a algo que ya no existe. Se ha ido y tu objetivo es superarlo sufriendo lo menos posible. Guarda en algún sitio todos los regalos. No hace falta que borres las fotos si no quieres, pero ocultarlas sería una buena manera de apartarle de tu mente. Tardarás en sacarte a tu pareja de la cabeza, así que, al menos, manténla lejos de tu vista. Si tienes cosas suyas, puedes devolverlas educadamente o esperar a que la situación esté más tranquila. Que no parezca que le devuelves lo suyo o pides sus cosas como venganza. No estás despechada, no hagas que lo parezca.
Necesitas asimilar lo que ha ocurrido
Necesitas asimilar lo que ha ocurrido, no se trata de enfadarse, gritar, insultar y enviar mensajes de manera compulsiva. Tienes que entender que has perdido a la persona a la que amas. Pero ha sido una fase y, como cualquier otra, hay que superarla de la manera más sana posible. Normalmente nos quedamos con muchas cosas que decir, preguntas que hacer o sentimientos que expresar. No todas las rupturas nos dejan la oportunidad de volver a entablar comunicación. Coge papel y boli o abre un documento de Word y empieza a escribir. Yo personalmente te recomiendo el formato de una carta. Escribe lo mismo que le dirías si le tuvieras frente a ti, absolutamente todo. No te guardes nada, imagina que es la única oportunidad que tendrás. Vuelca tu alma en esa carta y, cuando termines, manténla guardada. Esperaremos unos meses para decidir qué hacer con ella. Tu primer impulso será enviarla, pero eso podría ser una bomba de relojería o un cartucho de dinamita caducado, puede funcionar bien en el momento exacto o estallarte en las manos cuando menos te lo esperes.
Si habéis acabado como amigos, tienes dos opciones. Puedes mantener la amistad o alejarte. Ambas opciones funcionan y son correctas, no te voy a invitar a echarl@ de tu vida, voy a plantearte los pros y contras de cada una.
¿Queréis ser amigos?
Es una opción habitual, sobre todo cuando habéis sido amigos antes que pareja. Es cierto que es difícil si hay rencillas todavía sin zanjar. Si tenéis un grupo en común, te recomiendo que por ahora limites las veces que le ves a esas ocasiones. Que haya más gente significa que podrás evitar los momentos violentos e incomodos, además, aprenderás poco a poco como enfrentarte a esta nueva situación.
¿Quieres olvidarte de él/ella?
Bloquear a una persona no es la solución (salvo que hablemos de casos de acoso) así que, si no eres capaz de dejar de hablarle, elimina el contacto. Si no te lo sabes de memoria conseguirás dejar de hablarle hasta que te sientas mejor contigo misma. Uno de los errores más comunes son esos whatsapp que enviamos cuando somos personas impulsivas, pudiendo romper todo lo bonito que queda entre los dos.
Un amigo es, junto a la familia, lo más valioso que podemos tener.
A veces, durante la relación, nos alejamos de personas que nos aportan cosas buenas. Amigos con los que teníamos confianza ahora se han convertido en conocidos, les vemos por la calle y les saludamos con un simple “hola” En otras ocasiones llegamos a romper amistades por conflictos con nuestra ex pareja. Tranquil@, nunca es tarde. Retoma contacto con las personas que han sido importantes para ti, pide perdón si es necesario y lucha por traerles de nuevo a tu vida. Un amigo es, junto a la familia, lo más valioso que podemos tener.
Pasa tiempo con ellos. Estar en casa solo te va a servir para pensar y eso suele ser sinónimo de agobio. Sal a tomar algo, un café, unas cañas, dar un paseo, lo que sea. Apúntate hasta al plan más absurdo que te ofrezcan. Necesitas estar despejada y entretenerte. Reconecta contigo misma. En las clases o el trabajo da el cien por cien de ti. Vuélcate en hacerlo genial, no solo avanzarás y serás recompensada, también estarás ocupada la mayoría de las horas del día.
Un clavo nunca saca a otro clavo
No reenganches con otra pareja. No busques sexo para olvidar. Un clavo nunca saca a otro clavo, si tienes que conocer a alguien, ocurrirá lo busques o no. Necesitas conocerte a ti misma, dedicarte tiempo a ti y a tu familia/amigos. No te dejes anular por la idea de que necesitas estar en pareja, tú eres una persona completa.
Escrito por:
Debbie Fawkes