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Nos incomoda que nos critiquen, que nos digan qué hacemos algo mal y nos da miedo no estar a la altura. Es como si la opinión de las infinitas personas que cruzan nuestras vidas realmente fuera importante, cada una de ellas, como si no pudiéramos asumir el rechazo de éstas.
Y por otro lado, a pesar de esos miedos, tenemos una fuerza interna que quiere mostrarse al mundo, generar un impacto en él y que el mundo nos reconozca como un referente (en el fondo muchas buscamos esto).
No se si os habéis dado cuenta, pero hay una dificultad en hacer que encajen ambas cosas ya que hasta que no te expones al mundo es complicado poder generar un impacto.
Entonces, ¿qué solución tiene esto?
Exponerte. Y además muy a menudo. Exponte y enseña lo que tienes, lo que haces, lo que te inspira. Y muéstralo mucho y a tu manera.
A veces (muchas veces) no queremos enseñar lo que creamos porque nos hemos enamorado de nuestras ideas y si alguna persona dice que no le gusta nos afecta. Entonces guardamos esa idea en un baúl para que nadie la toque y la protegemos. Y una idea en un baúl ¿qué impacto tiene?
Así que te propongo que eso que quieres hacer, que te da miedo y a la vez te ilusiona, lo hagas. Y hazlo pronto, para saber si funciona o no y poder decidir si avanzas con la idea o haces otra cosa.
Imagínate cómo será tu vida en diez años si decides hacer aquello que quieres y cómo será si no haces nada. ¿Cuál prefieres?
Hay una frase que me ayuda mucho y que es la siguiente:
«No le vas a gustar a todo el mundo» y además no te hace falta.
No le vamos a gustar a todo el mundo así que mejor hacer lo que más te guste y te represente. Cuando nos atrevemos a hacer cosas que realmente nos gustan empezamos a conocer gente a quién también le gustan estas cosas y se generan muchas oportunidades y momentos increíbles.
Es un proceso para valientes, y ya que se vive una vez, mejor vivir valiente 🙂
